Todo sería más fácil

 Doy un paso firme en mi camino y otro con el pie que cojea. Duele saber que no eres de nadie. Duele saber que eres de todos. Los extremos nunca fueron buenos, pero los intermedios... aún menos. Pisando la línea discontinua de la avenida principal de una calle importante. Doble dirección. Por la derecha. Por la izquierda. El miedo de morir atropellada. El miedo de que te golpee un retrovisor de un conductor torpe. El miedo a salirte de la línea.
Miedo.
Ahora cierro los ojos. Diferente escenario. Misma situación.
Barca en medio de un gran río. Pánico a las aguas profundas y yo en una barca justo en el centro. Las orillas están muy lejos. Tanto la derecha como la izquierda. Vuelve el miedo. Miedo a caer a las aguas profundas de las que solo veo un espejo. Miedo a que la barca vuelque, me ahogue y aprisione hasta que me quede sin oxígeno.
Entonces el miedo se transformó en pánico.
Todo sería más fácil si las aceras de esa calle estuviesen bajo mis pies, alguna de ellas.
Todo sería más fácil.
Todo sería más fácil si estuviese en una de esas orillas, alguna de ellas.
Todo sería más fácil.

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