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Levantar la rodilla del suelo Tragar la saliva guardada bajo la lengua Sabor a metal Mirar al cielo y sentir Sentir el tránsito de la lluvia desde el cielo a la tierra  Seguir apretando la mandíbula  Pero seguir. Cierra los ojos El estallar de las gotas en el rostro Sentir como después del estallido sigue suave Deslizando Pero sigue. Abre los ojos   Sintiendo la mano en el pecho Pero no en la espalda No en el hombro. Sigues aquí, sientes  Sigues aquí  Sigues Sí

Luz en la oscuridad

Qué bonita está la luna hoy. Bonita de esperanza. Bonita de ilusión. Bonita de vernos mirarla con esa sensación. Sensación de calma. Sensación de paz. Sensación de unión de todos los seres que dedicamos nuestros ojos a mirarla. Mirarla. Contemplarla.  Sentirla. Admirarla. Admirar su cambio. Su forma. Color. Nitidez. Envidiar su mutabilidad. Sin perder personalidad. Tan cercana a nosotros, sin poder alcanzarla. En ella somos capaces de ver todo.  A alguien. Una sensación.  Un sentimiento.  Una esperanza. Una meta. Una ilusión. Un recuerdo. Esa sonrisa. Esa luz en la oscuridad.

Matame.

Unos dedos suaves juguetean en mi vientre. Se encoge. Los escalofríos hacen que mi espalda se corve. Calor.  Los dedos suben y juegan.  Más escalofríos. Calor. Más calor.  Muerdo mi labio inferior.  Tu cálido aliento en mi piel, erizándome. Sube por mi pecho, a mi cuello. "Eres mía." Se arrastran los susurros por mi oído.  Lato más y más fuerte. Intento volver las tornas y mis muñecas están sujetas por tus manos. "Aquí solo juego yo." Un escalofrío y más calor. Muerdo tu labio. Nuestras bocas luchan, tu mano comienza a jugar con mi pelo.  Ahora yo sujeto tus muñecas sobre tu cabeza. Nuestros cuerpos se tocan, rozan. Erizan.  Me acerco a tu oído y te susurro tras morderte la oreja. "Ahora, me toca a mi" Bajo con mi boca recorriendo cada rincón de tu torso desnudo, sintiendo cada latigazo de tu espalda y tu cadera que me reclama. Llego a tus caderas... Paro. Te sonrío mientras tu muerdes tu labio. Intentas levantarte y muevo la cabeza para decirte que no. Re

Calor

El tejido se arruga en mi espalda y unos labios húmedos recorren mi costado. Calor.  Calor entre mis piernas sujetas por tus hombros.  Mi espalda trepa por la tela como una mano pendiente del vacío. Mi espalda se corva. Late mi piel.  Vibran mis caderas al sentido del ritmo que tú marcas.  Remolino en mi estómago que sube y estira mi garganta.  Siento tu calor, tu fuerza.  "Más... Necesito más..." Sofocada exhalo tras perder la respiración. Tu mano en mi cuello. En mi boca.  La sangre bombea, late. Desde mis pies a mis oídos.  Solo soy latidos entre convulsiones y unos dedos enredados en tu pelo.  Recupero el aliento.  Me asfixio. Me liberas.  Te siento, siento tus movimientos, tu mirada. Siento mi pecho agitado, tus manos tocando la mejor obra de piano de la historia.  Ágil, fuerte, duro. Más duro.  Intento cerrar mis piernas.  Te siento sonreír.  Un gemido desde lo más profundo de mi garganta sale despedido hacia el vacío.  Bajo la mirada. Esos ojos que me miran aún hambrie

No pares por favor...

El tejido se arruga en mi espalda y unos labios húmedos recorren mi costado. Calor.  Calor entre mis piernas sujetas por tus hombros.  Mi espalda trepa por la tela como una mano pendiente del vacío. Mi espalda se corva. Late mi piel.  Vibran mis caderas al sentido del ritmo que tú marcas.  Remolino en mi estómago que sube y estira mi garganta.  Siento tu calor, tu fuerza.  "Más... Necesito más..." Sofocada exhalo tras perder la respiración. Tu mano en mi cuello. En mi boca.  La sangre bombea, late. Desde mis pies a mis oídos.  Solo soy latidos entre convulsiones y unos dedos enredados en tu pelo.  Recupero el aliento.  Me asfixio. Me liberas.  Te siento, siento tus movimientos, tu mirada. Siento mi pecho agitado, tus manos tocando la mejor obra de piano de la historia.  Ágil, fuerte, duro. Más duro.  Intento cerrar mis piernas.  Te siento sonreír.  Un gemido desde lo más profundo de mi garganta sale despedido hacia el vacío.  Bajo la mirada. Esos ojos que me miran aún hambrie

Microhistorias pasadas

Nube de gas que empaña mis pensamientos.  Flota sobre mi cabeza y crecen en ella los lamentos y sollozos de una niña que enfermó, de impotencia y de abandono de la esperanza que le falló.  Cuando las metas huyeron con las personas que las fundaron.  Una niña que se queda en un barco viendo alejarse la tierra firme, dejándose llevar por el viento. Las piernas me tiemblan y con ellas el alma. He roto los esquemas de la coherencia, te besé. ¿Qué menos caso puedo hacer de los dioses que me alejan de ti? Tengo miedo de escribir y que salga tu nombre.  No quiero que seas mi mera debilidad, donde puedas romperme en mil trozos... No quiero. Estoy harta de que se rompan mis ilusiones... No. Me niego.  Solo quiero dure lo que dure lo que quiera que sea esto, lo hayamos disfrutado. Ojostristes que alegran y dan fuerza a mi corazón.  Súbeme al cielo, para que bajemos juntos al infierno... Dolor comprimido en mi mandíbula, entre mis dientes. Cada paso que doy es otro segundo que pierdo de ser algo.

Autómatas

Somos manchas disgregadas por un plano gris, una obra de Jason Pollock aun sin acabar, soñamos con un país utópico, pero se vive muy cómodo aquí.  Dos veces es el mínimo que repetirás tus actos. Se consciente, asúmelo, no lo cambies, solo se consecuente. No somos humanos. Ni personas. Ni seres. Somos esa masa uniforme de la que salen voces a coro diciendo que nadie se siente como yo. No somos únicos. No somos nada. Autómatas. Inconscientes decimos. Personalidad es una palabra inventada de ciencia ficción. Gira sobre si misma tu idea, negándose, afirmándose. La vida dicen que es propia, que las experiencias y sentimientos también. Pero acaba igual.  Todos tienen vicios, placeres, necesidades y obligaciones. Todos. Sueños. Esperanzas. Todos.  Pero yo, me siento sola. Me siento atrapada entre ríos de autómatas que se cruzan, sin mirarte. Sin hablar.  Y huir. Pero siempre habrá alguien que se sienta como yo.