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Mostrando entradas de febrero, 2012

Paranoias me llaman.

​Embriagada hasta el alma, calados los huesos. Frío que me lleva a donde me llevan tus besos. Humo que me lleva a tu cama, a besarte la frente, a dormir en tu almohada. Pensar en el futuro no más de un día, no me quiero ahogar aún en la vida. Veces que lato a destiempo, que me muero por dentro de hurgar en recuerdos. Barman, pare de echarme las penas en vaso, me debería emborrachar pero paso. Vuelo sin alas, beso los labios del aire y su cara, las calles son mudas, mi cama está helada, falta otro cuerpo para llenarla. Roce de ti y de mi, electricidad estática, busco emociones intensas, llámame práctica.

¿Dónde estoy yo?

​¿Y qué me pasó? ¿Dónde estoy yo? Yo no era así. Yo era esa zorra con cara de niña buena. Ahora ya no rompo corazones en venganza de aquel dolor sangrante. Aquel dolor rasgante. Ahora soy esa niña que juega con sus juguetes y los demás y ni los rompe ni los pinta, misteriosamente los cuida e, incluso, intenta arreglar algunos. Antes dibujaba muertes. Ahora ni siquiera dibujo. Algo me está matando por dentro... Suena muy bonito hasta que la bondad, como una pompa de jabón, explota. Entonces necesito el frío, la calle, la música y todo lo destructivo que tenga a mi alcance. Vuelvo a ser yo por un instante. Mandíbula. Angustia. Latido entre las sienes. Nariz henchida. Implosión. Yo.