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Ahora

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Abrir los ojos. Verte bajo las sábanas, durmiendo, besar tu piel palmo a palmo, recorriendo la curva de tu espalda hasta los hombros, por tu cuello hasta tu oído a despertarse con un buenos días. Susurrado letra a letra. El respirar pausado exhalado entre tus labios sobre los míos, el roce de nuestras narices y una sonrisa que sientes con los ojos cerrados. Caricia en la mejilla. Y el deshacer de mis huellas al roce de tus poros. Ahora. Ni beberme tus lágrimas de mi ausencia de esos labios, ni secarlas con mi pulgar de su mejilla, ni darte caricias hasta que duermas y descanses. Todo me ha sido vetado y mi impotencia crece, busco desesperada como ayudar y aplacar los tormentos que su cabeza cubren, evitando todo lo anterior. Ahora. Toca buscar otros gestos, otras palabras. Ahora. Sabes que pase lo que pase aquí estaré. Ahora y siempre. Ahora. Toca seguir sonriendo, sin que tu sujetes una de mis comisuras. Ahora. Solo me queda no hacerte daño. Ser feliz a tus

Tu sonrisa y ese pintalabios rojo.

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Ojos de hielo y acero, que me anclan a quien los posee. Sonrisa raptora de todos mis sueños. Caricias lactantes de tu piel tierna y suave. Oidos dependientes de tus susurros y bromas. Labios latentes de tus besos adictivos. Camas aguardantes de tu cuerpo entre sus sábanas. Ropas que tiemblan porque las desvistas. Y dedos inquietos por ayudarte. Y una boca, que muere por gritar en un susurro, tu nombre, y seguido, un te quiero. "Pequeña, no hay nada más sexy que tu sonrisa y tu mirada."

Confundiendo el humo y el vaho

Una caricia deslizándose por tu cintura, un beso con mi pulgar rozando tu mejilla, un recorrido suave de mi respiración fatigada a tu oído, y no hay quien pare esta bestia de dos espaldas. El deslizar de la tela por tu espalda y el de mi lengua por tu torso... Deleitándome con cada poro. Disfrutando de cada centímetro de tu piel. Mis labios queriendose llevar la carne de tu cuello ya en tensión.. La yema de mis dedos dibujando a línea de tu ropa interior, mientras tu cadera se mueve, buscándome... y tu mano buscando mi pecho tras el sujetador, pellizcando y torciendo a su antojo. Dulce sabor a ti mientras mi lengua te recorre y saborea, mis y tus gemidos recorriendo la habitación, y tú, con solo rozarme, ya haces que mis zonas calientes se derritan por tus manos, por tu boca, por ti, por tu habilidad a la que me rindo. Por mis placeres. Y entonces, aún sin cansarnos, tus dos dedos se alzan al techo pidiendo un cigarro, mientras con tu otro brazo sujetas mi débil y frágil yo, desn

Hipocresía urbanita

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Donde terminan los caminos, los senderos y las vías. Donde caen los barrancos, acantilados y pendientes. Donde la voz se apaga y se hace eco. Donde la luz se apaga y nace, y nace la sombra. Las huellas se pierden y el rumbo cambia, el esputo caído a ambos lados del camino, siendo prueba y testigo del esfuerzo del caminante. Sol que tortura la piel y las sienes hasta que el dolor te hace gritar. Busca tú, determinado por tus ideas, una ruta alternativa por la que el sol, la deshidratación y la anemia os permita, a cuerpo y mente, encontrar vuestro destino. Alienados de la urbe, la mente tenéis dopada de sustancias que el estrés os provoca y que, y  lo sabéis realmente, no queréis evitar. Disfrutáis de ello, igual que lo hago yo. El tacto suave y frío del metal y el punzante sonido de el tac del minutero del reloj os estimulan. Una calada más al cigarro, tan efusiva que llega hasta los intestinos, para aliviar el dolor que os inflige la dura vida de la ciudad, de lo cosmopolita

Por eso hoy, yo, no me siento viva

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Bamboleo de trenes que se sienten como yo, que no llegan a su destino  sino el que se les ha marcado, hoy Argüelles, mañana a Moncloa, dentro de dos horas Alonso Martínez y quizás dentro de una semana a Plaza Eliptica. Quizás yo abandone mi rumbo, el mío que me quise imponer, ya solo me queda vagar hasta encontrar runo nuevo, como las partículas de polen que me joden día a día en cada primavera, vagando por el aire, hasta donde éste las quiera llevar.  Siempre fui adaptativa, moldeándome al presente y al futuro (quien pudiera el pasado), y, ahora, la escultora se queda si ideas frente a la mole de barro, y nadie la puede guiar. Duele ver las metas ajenas y, tristemente, envidiar a sus poseedores. Nadie sabe lo que es envidiar algo que tu misma te has vetado hasta que la verdad te abofetea la cara, solo los amantes nobles y poco orgullosos. La vida no es más que el camino, el camino que trazamos hasta unas metas y el escaso, o amplio, tiempo que podemos dedicar a disfrutarlas. Por

Paranoias me llaman.

​Embriagada hasta el alma, calados los huesos. Frío que me lleva a donde me llevan tus besos. Humo que me lleva a tu cama, a besarte la frente, a dormir en tu almohada. Pensar en el futuro no más de un día, no me quiero ahogar aún en la vida. Veces que lato a destiempo, que me muero por dentro de hurgar en recuerdos. Barman, pare de echarme las penas en vaso, me debería emborrachar pero paso. Vuelo sin alas, beso los labios del aire y su cara, las calles son mudas, mi cama está helada, falta otro cuerpo para llenarla. Roce de ti y de mi, electricidad estática, busco emociones intensas, llámame práctica.

¿Dónde estoy yo?

​¿Y qué me pasó? ¿Dónde estoy yo? Yo no era así. Yo era esa zorra con cara de niña buena. Ahora ya no rompo corazones en venganza de aquel dolor sangrante. Aquel dolor rasgante. Ahora soy esa niña que juega con sus juguetes y los demás y ni los rompe ni los pinta, misteriosamente los cuida e, incluso, intenta arreglar algunos. Antes dibujaba muertes. Ahora ni siquiera dibujo. Algo me está matando por dentro... Suena muy bonito hasta que la bondad, como una pompa de jabón, explota. Entonces necesito el frío, la calle, la música y todo lo destructivo que tenga a mi alcance. Vuelvo a ser yo por un instante. Mandíbula. Angustia. Latido entre las sienes. Nariz henchida. Implosión. Yo.

Tirada como mi propia colilla.

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​Y aquí estoy, temblando y escupiendo sangre por la boca, con el frio asfalto consumiendo mis ultimos gramos de calor corporal y contemplando como se consume a dos metros el cigarro que besaba mis labios hace dos segundos. Nadie puede hacer nada, ya os dije que no moriría de cáncer, que seguiría cruzando en rojo y corriendocon tijeras en la mano, drogándome. Y a mi derecha lo que me quitó lo unico que me quedaba, que era mío, mi vida. Convulsión. Ojos en blanco. Calma.