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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Paseo nocturno

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Negándose a admitir lo que late, el poeta sale a las oscuras calles iluminado por las luces naranjas de las farolas. Su abrigo no quita el frío que hoy tiene dentro. Su frío es diferente, es frío de alma. Las calles están frías y húmedas, podría ser pleno agosto, que él no lo notaría. Ensimismado en sus pensamientos callejea hasta por calles en las que tiene que ladearse para pasar de su estrechez. Los ladrillos de las casas le arañan la cara. Callejones tan angostos y poco iluminados que no se sabe si tienen salida. Muerde sus palabras entre los dientes, negándose a plantearse si quiera lo que siente. Hace cerrar los párpados lentos, con fuerza, intentando que las luces no lleguen a sus retinas. La mente en blanco del poeta le hizo caer de espaldas en la pared más cercana, derrumbado. Había dejado de pensar tanto que ni siquiera podía sostenerse sobre sus piernas y seguir caminando. Se queda sentado en el suelo de aquél frío, húmedo y oscuro callejón por donde ya nadie pasa.

Déjate llevar

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Te cogí la mano y te dije: - Déjate llevar. - ¿A dónde me llevas, pequeña? - ... No importa donde lleve el camino que llevemos, solo importa que acabará donde queramos estar, y que cuando acabe, hayamos disfrutado del camino. - De la mano.- Sonreíste.

Luces naranjas

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Las luces naranjas se reflejaban en el vaho de tu boca. En los charcos del asfalto. Hacía frío. Temblabas. - Ponte mi chaqueta pequeña, no quiero que cojas frío. - No… - ¿Qué pasa? ¿Tienes acaso miedo de que luego huela a ti cuando la lleve yo puesta? No tengas miedo de eso, para mí es un regalo. – Sonreí. Tu cara se iluminó. Mientras te ponía la chaqueta solté el humo de mi boca, y parecía vaho. El humo calentaba mis pulmones y tú mi corazón.

Espiral

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Bucle infinito de mente y ente. Late en mi ser dando vuelcos, curvando mis vértebras.    Cierro los ojos, muerdo mi piel. Caigo en una espiral hacia el vacío que antes ubicaba en mí,  de cabeza.  Deseo verme estallar por dentro, reventando dermis.  Gritar hasta llenar el vacío de sonido vibrante que reviente hasta mis tímpanos. Luego, reconstruirme a cámara lenta y que se vaya formando poco a poco mi sonrisa.  Ardo por dentro pero por fuera estoy helada. Mis ojos no expresan nada, se quedaron mudos.   Sonrío al vacío, me dejo llevar por él. Mi vista se nubla…   ¿Me deshago? ¿Me venciste?