La angustia onírica
El cuervo me miraba, posado en la rama azul de un árbol seco. A través del cristal, sus ojos negros, al igual que su plumaje, reflejan un rostro frío contemplándolo al otr lado del vidrio. Nos mirábamos mutuamente. Mi expresión siguió sin cambios, mas por dentro sentía una angustia que me encogía el corazón y em quemaba el alma solo con mirar el ave. Tras abrir mis ojos solo encuentro una pared de un azul pastel intenso, por lo que creí que era una habitación infantil, con un gran ventanal en cada pared, sin puertas. No me moví, me volví a dormir con el pausado ritmo de la caja de música que se oía a mi espalda. Tras lo que me parecieron leves parpadeos, pero serían horas, la habitación se había girado pues estaba sentada en el suelo peo la pared quedaba a mi espalda y los únicos objetos de la sala eran dos, un tiovivo de juguete en una esquina y un cubo de madera en el centro de la habitación. Andé a gatas cual bebe hasta la caja y a escasos centímetos se abrió, y de ahí s